6a. REUNIÓN PREPARATORIA


Comunidad de Javier Hernández
10 de Septiembre de 2005

Bienvenidas compañeras, bienvenidos compañeros,
bienvenidas otras y bienvenidos otros:

Antes que nada, queremos agradecer a los compañeros y compañeras del poblado de “Javier Hernández” que hoy nos recibe, y felicitarlos por un aniversario más de la recuperación de estas tierras, antes en manos de los finqueros. Y con ellos felicitamos también a todos los compañeros y compañeras que estos días están celebrando lo mismo en los nuevos poblados que nacieron encima de las ruinas de las haciendas.

Para los que no lo saben aún, les explico el formato de esta reunión. Primero decimos algunas palabras nosotros, después se apuntan los que quieren decir su palabra, aquí en la mesa de Rebeldía, y uno a uno van pasando y todos vamos a escuchar. No hay límite de tiempo ni de tema, pero todos esperamos que el tema sea el de la Sexta Declaración y el de la “otra campaña”. Los compañeros y compañeras de Rebeldía, además de nosotros, irán tomando nota de sus intervenciones para hacer una relatoría que se anexará a las de las reuniones anteriores y podrá ser conocida por quienes se han adherido a la Sexta y se han sumado a la “otra campaña”, sin importar si han podido asistir a una de las reuniones o no.

Les informo que, hasta el día 5 de septiembre teníamos:

51 organizaciones políticas.
95 organizaciones indígenas.
145 organizaciones sociales.
395 Organizaciones no gubernamentales, colectivos y grupos.
1,371 personas en lo nacional.
314 personas de organizaciones a nivel internacional.

Compañeros y compañeras:

La Sexta y la “Otra Campaña” presentan, para todos nosotros, varios retos, discusiones y definiciones. Algunos ya han ido apareciendo a lo largo de estas ya 6 reuniones preparatorias y del debate irregular que se ha dado.

Está, por ejemplo, el debate sobre qué significa ser de izquierda y qué significa el quehacer de izquierda. Está también el debate sobre si el agrupamiento de la izquierda va antes, después o durante el agrupamiento de un frente más amplio. Está el debate sobre si las elecciones se afrontan con espíritu crítico o, por el contrario, al son que toquen los medios y sus encuestas. Está el debate sobre si hay que construir una organización de organizaciones o un movimiento, una estructura vertical y centralizada o una red horizontal. Está el debate de los conceptos y las consignas. Está el debate de los tiempos y los lugares.

Ahora queremos señalar el reto de las palabras y los modos. Porque hemos dicho que la “otra campaña” se propone escuchar y construir un espacio para escuchar. La Sexta supone que la construcción de este oído es una etapa a la que seguirán otras. Pero esta primera etapa es también muy otra, no sólo porque es en sí misma un despropósito a contrapelo, también porque parte de algo común y va hacia algo diferente para construir una nueva identidad colectiva aún sin definir, una “otra cosa”.

Para entender lo que pasa allá arriba hay que verlo como uno de esos programas televisivos de venta de artículos, donde se presenta una especie de información sobre las ventajas del producto anunciado, su precio y la oferta a los que se apresuren a adquirirlo. Allá arriba hablan y prometen, y eso significa que hay quien escucha las promesas, cree y espera y desespera que lo prometido se cumpla. El efecto que buscan producir estas promesas es transformar en votos las creencias primero, y en espera pasiva después. Se habla de ofertas de temporada para una clientela que, primero, debe convencerse que su única opción es comprar uno u otro producto; después, que su única participación es elegir a quien o quienes tomarán en su lugar las decisiones que lo afectarán; por último, que debe de administrar su estado de ánimo en dos tiempos: tres años para desilusionarse y tres años para buscar una nueva ilusión.

Además, no debe cuestionar el hecho de que, como cliente, paga la promoción del producto a un sobreprecio que es escandaloso, sobre todo si uno ve el “debate” entre los aspirantes panistas, o la farsa de democracia interna del PRI, o el vocerío histérico perredista que grita “al ladrón, al ladrón” mientras se guarda las ligas. Y todos gritan advirtiendo contra la derecha, el innombrable, el populismo. Con tanto grito tal vez algún ingenuo, que los hay, se aturda y elija el menos peor de los spots publicitarios.

El cliente, es decir, el ciudadano, paga por una simulación. Allá arriba simulan que hay proyectos diferentes, simulan que hay competencia, simulan que hay inteligencia y conocimiento; simulan que habrá cambios, simulan que harán otra cosa además de simular.

La televisión retribuye las jugosas ganancias que ningún programa le da, y celebra el histrionismo de la clase política. El ridículo de arriba se viste de gala y en la pasarela desfilan Carlos Salinas de Gortari, Roberto Madrazo, Vicente Fox, alguien del PAN (debe tener un nombre, pero a nadie parece importarle), los grandes dineros con apellidos de páginas de sociales y bolsa de valores al alza. La vista de la ahora fatigada intelectualidad progresista edita y borra otra imagen y otro nombre: Andrés Manuel López Obrador. Seguramente el dar cuenta crítica de su presencia en el más perfecto retrato de la clase política mexicana “moderna” sería hacerle el juego a la derecha. Y cuando se hace el recuento del salinismo incrustado en el PRI y el PAN se omite señalar a sus delegados en el PRD. ¿Por qué? ¿Acaso callando su existencia y protagonismo dejan de estar y hacer en el partido que se presenta y enarbola como única diferencia su antisalinismo, puesto que no hay diferencias en programas y en principios? No. Que hablen las encuestas y que callen el análisis y el debate.

Si algo resume la campaña de arriba es el profundo desprecio que tienen por la gente, el desprecio a su inteligencia, pero también a su dignidad.

Arriba está el espectáculo y no hay ya más lugar que el de espectadores a los que se les pide que ni siquiera imaginen que es necesaria y posible otra cosa. La pereza como oferta mediática: no hagas, yo hago por ti; no hables, yo hablo por ti; no decidas, yo decido por ti; no pienses, yo haré como que pienso por ti.

El “nosotros” que crece cada vez más, abajo a la izquierda quiere otra cosa, “otra campaña”.

Abajo, con la “otra campaña”, se pretende escuchar y organizar. Nada menos, pero nada más. No se promete nada más que un oído y la oportunidad de trabajar, juntos, en hacer lo que juntos se decida. No se promete más redención que la del trabajo y la lucha, ni más recompensa que la satisfacción del deber cumplido. Acá no se ofrecen puestos ni presupuestos, sino trabajos y sacrificios. Acá no se piden palancas, recomendaciones ni servilismos, sino compromiso, inteligencia e imaginación. Acá no se obtendrán ganancias, sino chingas. Acá no se exige comprar sino pensar. Acá el calendario se hará mirando, caminando, escuchando, organizando abajo y a la izquierda.

Y abajo y a la izquierda están las palabras y los modos.

Y están las palabras que quieren decir cosas diferentes según quién las dice, en dónde las dice, cuándo las dice, a quién se las dice y el modo en que se las dice.

Está, por ejemplo, la palabra “dolor” y no es lo mismo que la diga…

un mexicano a punto de cruzar la frontera o cuando es detenido del otro lado por la Border Patrol o por los del Minutemann Proyect;

que un indígena cuando ve cómo con trampas es despojado simultáneamente de tierra y de cultura;

o que un trabajador o jubilado y pensionado que ve que la seguridad social es desmantelada por decretos de quienes se dicen preocupados por los trabajadores;

o que un investigador o un académico de una Universidad que constata que la ciencia y el conocimiento son valorados como producto comercial;

o que un joven urbano o rural que es perseguido por su vestimenta;

o que una mujer campesina sentada a una mesa en donde sólo abundan las carencias;

o que un colono de uno de los cinturones de miseria que crecen en la modernidad mexicana;

o que un obrero u obrera que aprenden en carne propia lo que es la precariedad en el trabajo;

o que un desempleado que recorre periódicos y oficinas sin encontrar chamba;

o que un vendedor ambulante esquilmado por policías, funcionarios y “líderes”;

o que una lesbiana, un homosexual, o alguien otr@ cuyo amor es criminalizado;

o que un maestro democrático atacado por funcionarios, líderes charros y medios de comunicación;

o que un artista que se niega a producir basura para el circuito comercial;

o que un militante de una organización política reprimido por palabras pecaminosas como “democracia”, “libertad”, “justicia”;

o que una madre, esposa, hija, pariente de un desaparecido o preso político buscando respuestas sin encontrarlas;

o que un pescador enfrentando a la naturaleza adversa, a los coyotes y a los grandes consorcios;

o que una mujer perseguida, despreciada y despojada por el único delito de no ser varón;

o que una activista de una o­nG que arriesga la vida y la reputación en su trabajo;

o que un musiquero marginado por las letras de sus rolas;

o que una religiosa que eligió caminar abajo y a la izquierda;

o que una indígena explotada al cubo: como pobre, como mujer y como indígena;

o que un hombre, una mujer, un niño, una niña, en alguno de los muchos rincones a la izquierda del México de abajo dice: “dolor”

No es lo mismo pero es igual. Al decir “dolor” hablan de dolores diferentes, pero ese dolor encuentra el puente que los une en un sistema que produce ese dolor y produce a quienes lo padecen: el capitalismo.

La Sexta Declaración ha elegido. No eligió oír con la resignación y la rendición en esta vida para recibir la recompensa en la otra vida, que es lo que ofrece la derecha. Tampoco escogió oír con la imposible neutralidad de un poquito de allá, otro poquito de acullá, ni chicha ni limonáa, que pregona el centro.

Eligió escuchar con la vergüenza y la indignación de la izquierda. Escogió escuchar el dolor remarcando el carácter de explotación, deprecio y despojo del responsable de ese dolor: el sistema capitalista.

La “otra campaña” deberá escuchar esa diferencia en la palabra “dolor” dicha abajo y a la izquierda por quien se rebela contra ese dolor. Y deberá aprender el modo en que se dice “dolor”.

Pero también la “otra campaña” deberá construir el puente entre esa palabra y los diferentes que la nombran. Porque quienes sean escuchados en la “otra campaña” sabrán que nombran con otros al dolor, y descubriremos la igualdad de esas diferencias también en la rebeldía y la resistencia que provocan.

Descubriremos que ese dolor sólo se calma con la lucha colectiva y sólo se alivia con una nueva relación social.

Ese puente es el Programa Nacional de Lucha, de izquierda y anticapitalista.

La “otra campaña” se propone pues, organizar la escucha, organizar el puente, organizar la resistencia, organizar la rebeldía, hacerla colectiva, y convertirla en un movimiento de transformación profunda y radical, con los de abajo, desde abajo y para los de abajo.

El resumen de la “otra campaña” está en esa frase evidente: “falta lo que falta”.

Y lo que falta es otra forma de hacer política.

Sean pues bienvenidos y bienvenidas a este intento.

Muchas gracias.

Subcomandante Insurgente Marcos .