Durito y una de estatuas y pájaros

 

Dice Durito que el Poder crea estatuas pero no para escribir o recrear su historia, sino para prometerse a sí mismo la eternidad y la omnipotencia.

"Para contar la historia del Poder", dice Durito, "basta con describir las estatuas que en la geografía del tiempo y del espacio hay en el mundo".

"Porque", dice Durito que, "donde faltan las razones abundan las estatuas. Cuando el Poder no es todavía Poder sino está en lucha por serlo, sus dogmas se hacen declaraciones de principios, programas, planes de acción, en suma, son estatuas en proyección. Cuando el Poder se hace de la silla del Poder, sus dogmas se hacen leyes, constituciones, reglamentos, en suma, son estatuas de papel que luego son estatuas de piedra".

"Al Poder no le importa el consenso, el acuerdo, la palabra que nace a uno y a otro. Le interesa la dominación. El acuerdo legitima, el Poder legaliza. En el Poder, la carencia de legitimidad se soluciona con dogmas, es decir, con estatuas".

Dice Durito que una estatua es una VERDAD (así, con mayúsculas) que esconde debajo de la piedra su incapacidad para demostrar nada y la arbitrariedad de su existencia. Porque, según Durito, así como la "verdad" es la afirmación propia y la marginación de lo otro, de lo incomprensible; una estatua es la afirmación propia del dominador y la marginación del dominado.
"Pero resulta que la historia rueda, a los tumbos, pero rueda", dice Durito, "y el vencedor del hoy de la estatua ni siquiera es recordado en el mañana que somos, por más que los letreros nos digan, inútilmente, que "ésta es la estatua del Marqués de la Verdad Eterna, etcétera". El mundo "inteligente" del Poder aparenta complejidad pero es bastante sencillo, está compuesto de dogmas y estatuas. Y la genealogía del Poder se basa sólo en la discusión intelectual de qué fue primero, el dogma o la estatua".

"Hay quienes hacen de nuestras palabras una estatua (o un dogma, pero es lo mismo). Unos hacen piedra nuestro pensamiento, para luego derribarlo delante de muchos reflectores, en mesas redondas, revistas, columnas periodísticas, discusiones de café. Otros convierten en dogma nuestra idea, le ponen incienso y luego la cambian por otro dogma, más de moda, más a la medida, más ad hoc".

Dice Durito que unos y otros ignoran que el zapatismo no es ni dogma ni estatua, el zapatismo, como la rebeldía, es apenas uno entre miles de pájaros que vuelan.

"Como cualquier ave, el zapatismo nace, crece, canta, se reproduce con otro y en otro, muere y, como es ley que hagan los pájaros, se caga en las estatuas", dice Durito mientras vuela y trata de adoptar, inútilmente, un "aire entre tierno y duro, como un gorrión"


Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

México, mayo del 2003.