Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

México, 7 de diciembre de 1996.

Para: Ernesto Zedillo Ponce de León

Los Pinos, México, D.F.

Señor Zedillo.

Hace dos años, en 1994, le escribí una carta donde le daba la bienvenida a la pesadilla. El tiempo me dio la razón y una serie de circunstancias han "democratizado" la pesadilla hasta hacerla realidad para millones de mexicanos. El empecinamiento en mantener un modelo económico absurdo y criminal, además de reiterar el cierre de los espacios de participación política para los ciudadanos, no sólo no han resuelto la pesadilla que padecen los indígenas mexicanos sino que además han generalizado la pobreza, la delincuencia y el autoritarismo. Hoy son más y más pobres los mexicanos pobres, y son menos pero más ricos los mexicanos ricos. Pobres en democracia y pobres en justicia, la mayoría de los mexicanos se debate entre la desesperación y la desesperanza. Pero no es para esto que le escribo, sino para responder al mensaje que, a través de los legisladores de la Comisión de Concordia y Pacificación, nos envió el día de hoy.

Sabemos que no serán pocas las críticas que reciba usted por habernos enviado un mensaje personal. Muchos le dirán que, siendo titular del Ejecutivo federal, no tiene por qué dirigirse personalmente a una organización de ciudadanos rebeldes. Nosotros no sólo no se lo criticamos sino que se lo reconocemos. Es más, saludamos que el mensaje no haya sido de guerra o de amenaza, sino el reconocimiento de que un paso tan trascendental como la reforma constitucional en materia indígena requiere que usted consulte para asegurar su firmeza. Usted nos ha solicitado que comprendamos la naturaleza de sus dudas y temores, y que entendamos que necesita tiempo para aclarar las unas y disipar los otros. Nuestros jefes indígenas están de acuerdo en esperar ese tiempo para que todo salga mejor y más firme.

Estoy seguro que usted comprenderá el que recelemos de este nuevo retraso en el proceso de paz. No sólo porque sus delegados siempre nos han acusado de estar alargando la negociación y retrasando el cumplimiento de compromisos. También, y sobre todo, porque recordamos el día 9 de febrero de 1995. Días antes, un mensaje de usted en manos del entonces secretario de Gobernación, ratificando su voluntad de paz, fue el preludio de la ofensiva militar y policiaca en contra de nosotros.

Ante nuestra desconfianza, los legisladores de la Cocopa nos han insistido en que usted se ha comprometido a no tomar ninguna medida militar o policiaca en contra nuestra y a continuar por la vía del diálogo. ¿Es así señor Zedillo? Dicen los legisladores que usted no se imagina a los soldados federales persiguiendo y matando indígenas. Bien, aunque eso habrá que preguntárselo a los indígenas del norte de Chiapas, eso deja a salvo al 99 por ciento del EZLN y entendemos que el uno por ciento restante que no son indígenas, entre los que me cuento, deberemos poner nuestros pasamontañas a remojar.

Otro temor que tenemos, seguramente infundado, es que sólo se busque ganar tiempo para echar a andar una campaña en los medios en contra de los Acuerdos de San Andrés. A alguien se le ha ocurrido, por ejemplo, la estupidez de que la iniciativa de reformas constitucionales que elaboró la Cocopa representa un riesgo de "balcanización", que atenta contra la soberanía nacional, que otorga "fueros" a los indígenas, que etcétera. Usted tiene el dinero suficiente para comprar al contado, y no en abonos chiquitos, inteligencias, voces y plumas para mentirle a la Nación. ¿Lo hará usted señor Zedillo?

Tiene usted razón en que las reformas constitucionales en materia indígena son fundamentales y marcarán el futuro de este país. Adelante, consulte usted. No tema dar el paso histórico que todos esperan que dé y que será muy importante para el proceso de paz en México.

Creo que ahora es claro para usted que sus hombres lo engañan. Lo "malorientan", como decimos acá. Durante todo el proceso de diálogo y negociación, usted no ha tenido una visión real de lo que ocurría. Ellos han buscado en todo momento beneficiarse tratando de manejar el conflicto, alargándolo, poniéndolo en crisis, deformándolo. Ayer mintieron sobre el papel de la Conai y hoy tratan de desprestigiar a la Cocopa. No les importa hacer fracasar el proceso de paz o provocar el reinicio de la guerra. Apuestan ya a sucederlo, o a suplantarlo, a usted en la residencia de Los Pinos. Ahora provocaron una nueva crisis, en la que sale muy mal parada la Cocopa, instancia a la que usted dice darle su confianza, y consiguieron un nuevo retraso para la llegada de la paz. Señor Zedillo, ¿quién es el culpable de esta crisis y de estos obstáculos? ¿Qué va a hacer usted para que estos señores respondan?

Queremos pensar que su mensaje personal, enviado a través de la Cocopa, es también un mensaje de que está usted dispuesto a tomar directamente en sus manos la solución de la guerra en el sureste mexicano. Si así fuera, sería lo mejor. Sus hombres no quieren resolver el conflicto sino "administrarlo" en beneficio propio y por eso no se consigue avanzar rápido y con firmeza.

Sobre la iniciativa de reformas constitucionales que presentó la Cocopa, le recuerdo que esta iniciativa se basa en lo que su gobierno y nuestro EZLN firmaron como acuerdos. No representa nuestra posición, pero tampoco la del gobierno, sintetiza reformas que sus representantes y los nuestros firmaron como compromisos. Nosotros hacemos honor a nuestra palabra al aceptar la iniciativa de Cocopa ¿Lo hará usted, señor Zedillo?

Sobre estas reformas constitucionales no tenemos más que agregar. La mesa del diálogo está montada sobre la sangre de nuestros muertos, con su muerte nos ganamos el derecho a hablar y ser escuchados. En lugar de decir nuestra palabra, convocamos a algunos de los mejores hombres y mujeres de este país, conocedores todos ellos y ellas del tema de "Derechos y Cultura Indígenas". Estuvieron lúcidos pensadores, grandes dirigentes indígenas, destacados juristas, escritores, pintores, músicos, poetas, especialistas en cada uno de los temas, en fin, un arcoiris de pensamientos. Sé bien que no conoce usted los resultados de tanta inteligencia y creatividad, pero puede revisar los materiales y se dará cuenta de que valen la pena.

El resultado no fue un vencedor, sino una suerte de creación en la que, dicho sea de paso, los representantes gubernamentales poco o nada pusieron. Todos los argumentos están ahí y no tiene caso repetirlos.

Nosotros no tenemos más. En esa mesa están la razón, la historia y la dignidad. Sólo podríamos agregar más sangre. Tenemos mucha vida que podemos ofrecer. Estamos dispuestos a poner la sangre de miles de hombres y mujeres para que la Nación mexicana entienda que no puede ser anticonstitucional el pagar su deuda con los indígenas y reconocerles, en la máxima ley, el lugar que merecen junto a todos los mexicanos.

¿Es necesaria más sangre, señor Zedillo?

Vale. Salud y que sean la razón y la historia las asesoras y no la soberbia y la ceguera.

Desde las montanas del Sureste Mexicano

Subcomandante Insurgente Marcos.