Al semanario nacional Proceso:

Al periódico nacional El Financiero:

Al periódico nacional La Jornada:

Al periódico local de SCL, Chiapas, Tiempo:

17 de julio de 1995.

Damas y caballeros:

Les escribe Durito porque el Sup no está ahorita. Se subió al cerro más alto y está mirando el horizonte. Espera que los regalos que le van a llegar por su cumpleaños serán tantos que necesitarán de "La Abuela de todas las Caravanas" para llegar hasta las montañas del Sureste mexicano. Dice él que la larga fila de camiones se podrá apreciar desde muy lejos. ¡Pobre! Ignora que ya todos saben que su cumpleaños es el 30 de febrero.

Bueno, ahí les van los comunicados y una posdata que encontré aquí botada.

¡Por fin podremos respirar con calma! El gobierno ya declaró que dentro de dos años todos seremos muuuy felices. Ya sólo falta ver quién resiste los 730 días que nos separan del paraíso.

Vale pues. Salud y ojalá no pongan a Mejía Barón en el equipo del gobierno para el diálogo de San Andrés.

Desde las montañas del Sureste mexicano.

Don Durito de la Lacandona.

México, julio de 1995.

PD: QUE SALUDA AL TRIGO QUE, COMO BANDERA, ONDEA EN EL VIENTO DE UNA MADRUGADA CUALQUIERA.

Al occidente la luna se deja caer por entre las piernas abiertas de dos cerros y reposa sus mejillas en el vértice, donde el río agita su sexo goteando un rumor serpenteante. Algunas nubes, excitadas, restriegan su humedad contra los árboles. Al oriente hay relámpagos y temblores, los grillos escalaron sus alarmas y ya sólo algunas estrellas dispersas serán sorprendidas por la tormenta que se anuncia al sur. El vigilante avión ronronea su amenaza y se aleja.

Otra madrugada de espera y de tabaco. Todo en calma. Una excelente ocasión para que, sin que nadie lo invite (como acostumbra), haga su aparición...

¡DURITO VI!

(El neoliberalismo: la catastrófica conducción política de la catástrofe)

Un cocuyo resplandece en el hombro de Durito. Un altero de recortes de periódico sirve de cama-silla-escritorio-oficina para mi amo, el ilustre Don Durito de La Lacandona, máximo representante de la más noble profesión que ser humano alguno haya desempeñado jamás: la andante caballería. Por entre el humo de la pipa observo y cuido al último y más grande de los desfacedores de entuertos, el afamado caballero por cuya seguridad desvelo y por quien me mantengo alerta y listo por si... aaaajum.

­ ¡Bostezando de nuevo bellaco!

La voz de Durito interrumpe un pestañeo que, dice él, fue de horas.

­ No estaba dormido ­me defiendo­. Estaba pensando... ­miro el reloj y me doy cuenta de que...

­ Son las 3 de la mañana! Durito, ¿no podríamos dormirnos?

­ ¡Dormir! ¡Vosotros sólo pensáis en dormir! ¡Cómo aspiráis a llegar al supremo escalón de la andante caballería si ocupáis las horas más provechosas en dormir!

­ Ahorita yo sólo aspiro a dormirme ­digo mientras bostezo y me reacomodo sobre la mochila que me sirve de almohada.

­ Podéis hacerlo. Yo, mientras Apolo no rasgue la falda de la noche con sus áureos cuchillos, me entregaré al pensamiento de la más alta y digna señora que caballero alguno haya escogido por bandera y anhelo, la única, la mejor, la sin par, la... ¡me estáis oyendo!­ escucho que grita Durito.

­ Mmmfg ­respondo sabiendo que no necesito abrir los ojos para darme cuenta de que Durito debe estar de pie sobre el altero de recortes de periódicos, con Excalibur en la diestra mano y la siniestra en el pecho y la otra diestra en la cintura y la otra arreglándose la armadura y la otra... Ya no me acuerdo cuántos brazos tiene Durito, pero le alcanza y sobra para los ademanes que necesite.

­¿Y qué os desvela, mi perezoso escudero? ­pregunta Durito con ánimo evidente de mantenerme despierto.

­ ¿A mí? Nada, como no sean tus discursos y tus estudios nocturnos... Por cierto, ¿qué es lo que estudiabas?

­ El gabinete gubernamental ­responde Durito volviendo a sus papeles.

­ ¿El gabinete gubernamental? ­pregunto con sorpresa y haciendo lo que no quería, es decir, abriendo los ojos.

­ ¡Claro! He descubierto por qué los miembros del gabinete se contradicen unos a otros, cada quién jala para su lado y, aparentemente, se les olvida que el jefe es...

­ Zedillo ­digo yo perdiendo el interés en la plática.

­ ¡Error! No es Zedillo ­dice Durito con satisfacción.

­ ¿No? ­pregunto al mismo tiempo que busco en mi mochila el radito para escuchar las noticias­, ¿Renunció? ¿Lo quitaron?

­ Negativo ­dice Durito divertido por mi súbita actividad.

­ Ahí está, justo donde lo dejamos ayer.

­ ¿Entonces? ­pregunto ya completamente despierto.

­ El jefe del gabinete gubernamental es un personaje que, por comodidad y discreción, ahora llamaré "Personaje X".

­ ¿Personaje X? ­pregunto recordando el gusto de Durito por las novelas policiacas­. ¿Y cómo lo descubriste?

­ Elemental, mi querido Guatson.

­ ¿Guatson? -alcanzo a balbucear al ver que Durito se ha volteado la cáscara de cacaté que usa como yelmo y veo que le quedó como gorra de rap (aunque él insiste en que es un gorro de detective). Con una lupa diminuta Durito examina sus papeles. Si no fuera porque lo conozco bien, podría decir que no es Durito sino...

­ Cherloc Jolms era un inglés que aprendió de mí a juntar detalles aparentemente intracendentes, a unirlos en una hipótesis y a buscar nuevos detalles que la confirmaran o la rebatieran. Es un simple ejercicio de deducción como los que practicaba con mi alumno Cherloc Jolms cuando nos íbamos de parranda por los barrios bajos de Londres. Hubiera aprendido más conmigo pero se fue con una tal Conan Doyle que le prometió hacerlo famoso. Ya no supe qué pasó con él.

­ Se hizo famoso ­digo con sorna.

­ ¿A poco se hizo caballero andante? ­pregunta Durito con interés.

­ Negativo, mi querido Cherloc, se convirtió en personaje de novela y se hizo famoso.

­ Os equivocáis, mi querido y narizón Guatson, la fama sólo se alcanza en la caballería andante.

­ Bueno, dejemos eso y volvamos a lo del gabinete de gobierno y al misterioso "Personaje X" ¿Qué hay de eso?

Durito empieza a revisar recortes de periódicos y revistas.

­ Mmmh... Mmmh... ¡Mmmh! ­exclama Durito.

­ ¿Qué? ¿Encontraste algo? ­pregunto por la razón del último "mmmh" admirativo.

­ Sí... una foto de Jane Fonda en Barbarella ­dice Durito con mirada extasiada.

­ ¿Jane Fonda? ­pregunto-me-levanto-me-agito-me-inquieto.

­ Sí, y "al natural" ­dice Durito con un prolongado suspiro.

Una foto de Jane Fonda "al natural" despierta a cualquiera que se respete y yo siempre me he respetado, así que me lavanto y le pido el recorte a Durito, quien se niega a dármelo hasta que no le jure que lo escucharé con atención. Yo juré y volví a jurar, qué otra cosa podía hacer.

­ Bien ¡atención! ­dice Durito con el mismo énfasis con el que mordisquea la pipa. Se pone uno de tantos pares de manos a la espalda y empieza a caminar de ida y vuelta, en línea recta, mientras habla:

­ Pongamos que tenemos un país cualquiera cuyo nombre sea esdrújula y esté ubicado, al azar, abajo del imperio de las barras y las turbias estrellas. Y cuando digo "abajo" quiero decir eso, "abajo". Pongamos que a ese país lo azota una terrible plaga. ¿El ébola? ¿El Sida? ¿El cólera? ¡No! Algo más letal y más destructivo.... el ¡neoliberalismo! Bien, ya te he hablado antes de esta enfermedad, así que no me detendré en repetir. Supongamos ahora que una joven generación de "políticos juniors" ha estudiado en el extranjero la forma de "salvar" a este país de la única forma en que concibe su salvación, es decir, ignorando su historia y anexándolo a la cola del veloz tren de la brutalidad y la imbecilidad humana: el capitalismo. Supongamos que logramos tener acceso a los cuadernos de apuntes de estos alumnos sin patria. ¿Qué encontramos? ¡Nada! ¡Absolutamente nada! ¿Se trata de malos alumnos? ¡De ninguna manera! Son estudiantes buenos y veloces. Pero resulta que han aprendido una sola y única lección en cada materia que cursaron. La lección es la misma siempre: "Aparenta que sabes lo que haces". "Este es el axioma fundamental de la política del poder en el neoliberalismo", les ha dicho su maestra. Ellos preguntaron: "¿Y qué es el neoliberalismo, dear teacher?" El maestro no responde, pero yo puedo deducir por su cara de perplejidad, sus ojos enrojecidos, la baba que le escurre por las comisuras de los labios y el evidente desgaste de su suela derecha, que el maestro no se atreve a decirles la verdad a sus alumnos. Y la verdad es que, como yo lo descubrí, el neoliberalismo es la caótica teoría del caos económico, la estúpida exaltación de la estupidez social, y la catastrófica conducción política de la catástrofe.

Yo aprovecho que Durito se detiene a encender de nuevo su pipa para preguntar.

­ ¿Y cómo deduces todo eso a partir de la cara, la baba, los ojos y la suela del zapato del maestro?

Pero Durito no me escucha, sus ojos se iluminan, no sé si por el encendedor o por lo que a continuación dice:

­ Bien. Prosigamos. Los alumnos mencionados regresan a su país o a lo que queda de él. Llegan con un mensaje mesiánico que nadie entiende. Mientras que el respetable lo descifra se hacen del botín, es decir, del poder. Ya con él, empiezan a aplicar la única lección aprendida: "aparenta que sabes lo que haces", y se apoyan en los medios masivos de comunicación para conseguir esa apariencia. Consiguen niveles exquisitos de simulación, hasta el grado de construir una realidad virtual en la que todo funciona a la perfección. Pero la "otra" realidad, la realidad real, seguía su marcha y algo había que hacer. Entonces empezaron a hacer lo que se les ocurría: un día para acá, otro para allá. Y entonces... ­Durito se detiene, revisa su pipa y me mira en silencio...

­¿Y entonces qué? ­lo apremio.

­ Y entonces... se acabó el tabaco. ¿Tienes más? ­me responde.

Yo no quiero detenerme en advertirle que la reserva estratégica está por acabarse, y le lanzo la bolsita que tengo a la mano. Durito rellena la pipa, la enciende y continúa:

­ Entonces ocurre que se desentienden de la realidad real y empiezan a creer que la realidad virtual que crearon con la mentira y la simulación es la realidad "real". Pero esta esquizofrenia no es el único problema. Resulta que cada alumno empezó a crear su propia "realidad" virtual y a vivir conforme a ella. Por eso cada uno de ellos dicta medidas que contradicen a las del otro.

­ Esa explicación es bastante... mmh.... digamos... audaz ­Durito no se detiene y sigue con su explicación:

­ Pero hay algo que le da coherencia a toda esa incoherencia gubernamental. He estado analizando diversos indicios. Leí todas las declaraciones del gabinete, clasifiqué todas sus acciones y omisiones, contrasté sus historias políticas, recabé hasta sus actos más mínimos y llegué a una conclusión muy importante.

Durito se detiene, toma aire para darse importancia y alarga la pausa para que yo pregunte...

­ ¿Y cuál es esa conclusión?

­ ¡Elemental, mi querido Guatson! Hay un elemento no visible en el gabinete, un personaje que, sin hacerse evidente, da coherencia y sistematicidad a todos los rebuznos del equipo de gobierno. Un jefe a cuyo mando todos se sujetan. Zedillo incluido. Es decir, existe "X", verdadero conductor político del país en cuestión....

­ Pero, ¿quién es el misterioso "señor X"? ­pregunto sin poder ocultar que un temblor me sacude el cuerpo pensando que pudiera ser...

­ ¿Salinas?

­ Algo peor... ­dice Durito acomodando sus papeles..

­ ¿Peor que Salinas? ¿Quién es él?

­ Negativo. No es un "él", es una "ella" ­dice Durito aspirando su pipa.

­ ¿Una "ella"?

­ Correcto. Se llama "Estúpida" y se apellida "Improvisación". Y toma nota de que digo "estúpida improvisación". Porque debes saber, mi querido Guatson, que hay improvisaciones inteligentes, pero no es este el caso. La "Señora X" es la estúpida improvisación del neoliberalismo en la política, el neoliberalismo hecho doctrina política; es decir, la estúpida improvisación administrando los destinos de este país... y de otros... Argentina y Perú, por ejemplo.

­ Entonces, ¿insinúas que Menem y Fujimori son lo mismo que...?

­ Yo no insinúo nada. Lo afirmo. Basta preguntarle a los trabajadores argentinos y peruanos. Estaba analizando al Yeltsin cuando se me acabó el tabaco.

­ ¿A Yeltsin? Pero ¿no era el gabinete gubernamental mexicano el que analizabas?

­ No, no sólo el mexicano. El neoliberalismo, debes saber mi querido Guatson, es una plaga que aqueja a toda la humanidad. Como el Sida. Claro que el sistema político mexicano tiene una encantadora estupidez que es difícil de resistir. Tienen, sin embargo, algo en común todos estos gobiernos que despueblan el mundo: todo su éxito está basado en una mentira y, por tanto, su base es tan sólida como la banca en donde estás sentado...

Yo me levanto, instintivamente, reviso la banca de troncos y bejucos que hemos construido y compruebo que está sólida y firme. Ya más tranquilo le digo a Durito:

­ Pero supongamos, mi querido Cherloc, que los malosos logran mantener su mentira por tiempo indefinido, que esa base falsa se mantiene sólida y siguen cosechando éxitos -Durito no me deja continuar, me interrumpe con un...

­ ¡Imposible! La base del neoliberalismo es una contradicción: para mantenerse debe devorarse a sí mismo y, por tanto, destruirse. Ahí están los asesinatos políticos, los golpes debajo de la mesa, las contradicciones en hechos y declaraciones de toda la escala de funcionarios públicos, las pugnas entre los "grupos de interés" y todo eso que tanto desvela a los corredores de bolsa...

­ Los desvelaba. Creo que ya se están acostumbrando, porque la bolsa está al alza ­digo con escepticismo.

­ Es una burbuja de jabón. No tarda en reventar. Acuérdate de mí... ­dice Durito mientras sonríe con aire de sabelotodo y continúa:

­ Lo que sostiene al sistema es lo que lo derrumbará. Es elemental, basta leer Los tres jinetes del apocalipsis de G. K. Chesterton para entenderlo. Es un cuento policial pero, como es sabido, la naturaleza termina por imitar al arte.

­ Se me hace que tu teoría es pura fant...

No terminé de hablar. Al sentarme en la banca de troncos se vino abajo con el sonido sordo de mi osamenta en el suelo y la no tan sorda maldición que dije. Durito ríe como si se fuera a ahogar. Cuando se calma un poco, dice:

­ ¿Ibas a decir que mi teoría es pura fantasía? Bien, como puedes apreciar desde tu bajo nivel, la naturaleza me da la razón. La historia y el pueblo darán también su ayudadita.

Durito da por terminada su plática y se recuesta sobre los recortes de periódico. Yo ni siquiera trato de levantarme. Jalo mi mochila y me acomodo de nuevo. Nos quedamos callados, viendo cómo al oriente una claridad de miel y trigo se derramaba por la entrepierna de la montaña. Suspiramos, qué otra cosa podíamos hacer...

Vale. Salud y que ni la historia ni el pueblo se tarden mucho.

El Sup con un tierno dolor en el costado.