Subcomandante Insurgente Marcos,

Carta a la Caravana de Caravanas (18 de junio de 1994).

El CCRI-CG del EZLN me encargó que les escribiera a todas las personas que habían participado en la recolección y envío de la ayuda humanitaria que trajo la Caravana de Caravanas. "¿A todos?" dije. "Sí, a todos" dice Simón, ya montado en su mula dorada. "Pero es que son un chingo" intenté aducir. Simón no escuchó, ya se alejaba, junto con su escolta, a galope tendido. Yo volteé buscando apoyo en mi tropa, pero estaban platicando de una película que, dicen, estaban pasando en uno de los autobuses. "Esos de la ciudad montan muy otro" alcancé a escuchar que alguien decía. Solo y abandonado, tomé mi "máquina de hacer comunicados" y empecé esta carta que lleva por título:

La Caravana de Caravanas vista

desde el lado de acá del cerco

Para los que se quedaron:

Os saludo con respeto, frente inclinada y reverencias varias. Os platicaré lo ocurrido en tan aciagos días. Juzgad con benevolencia hechos y letras y acompañadme a revisar, entre otras cosas, el diario de campaña de esos días. Saltaos esa parte tan de alta y sensual temperatura y encontrad lo siguiente:

"Lunes 13 de junio de 1994. Cuartel General.

07:00. Nublado. Avisa el Comité que hoy llega la caravana y le encargan a Ramón y Fernando que vayan a recibir las cosas; me mandan a mí por si viene alguna comisión y quieren hablar con nosotros. El camión con una estrella roja de cinco puntas muy abiertas en cada puerta y unas delgadas letras "EZLN" avanza dando tumbos y patinando en el lodo y el estiércol.

12:00. Avisan que ya van a llegar. Nos dirigimos hasta el límite de territorio del EZLN con el de la zona franca. En la grabadorita un blues llena la cabina y el alma.

13:00. En el retén de límite de territorios. El sol hace brillar al verde. Un periodista que se adelantó, dice, me alarma con el informe de que vienen "veintitantos camiones y como 200 personas". Ramón sonríe con nerviosismo, yo lo tranquilizo: No te preocupes, la prensa siempre exagera."

Sí, tenéis razón, hasta esa hora la Caravana de Caravanas era, para nosotros, sólo una amenaza probable. Para evitarnos angustias innecesarias, os aclaro ya que no os preocupéis, llegaron todas las cosas que mandasteis y llegaron bien. En horas de la noche, cuando el sol se había cansado de esperar pero no nosotros, llegaron varios camiones, camioncitos, camionzotes y una cierta cantidad de gente que nuestro riguroso sistema de control clasificó en el rango de "un chingo''. En el límite que separa la zona franca de la zona zapatista me encontré con los "coordinadores" (que, según pude averiguar, son una especie de "moderadores de debate'' pero chocoteros), les transmití mi angustia, que había avivado el comentario del periodista que se les adelantó, preguntando si era cierto que venían 200 gentes. Una de las coordinadoras intentó tranquilizarme: "Noooo, cómo crees que 200". El remedo de una sonrisa, que apenas se iniciaba, se me congeló en el rostro (es decir, en el pasamontañas) cuando agregó, implacable: "Son 380". "¿380?", balbuceé. Entonces uno de los coordinadores intervino para decir que cómo-crees,-no-son-380,-yo-conté-400, y otro no,-son-390 y yo-saqué-la-lista-perono-se-apuntaron-todos, -ah-pues-no-esmi-culpa, pues-mía-tampoco, etcétera. Mientras ellos llegaban al "consenso" me retiré para avisar que reforzaran las defensas mientras se averiguaba cuáles eran sus intenciones.

Envié un parte de guerra al CCRI-CG del EZLN:

"Límite de la zona zapatista, 14 de junio de l994. 01.00 hrs.