Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

México.

27 de agosto de 1995.

A: Conferencia Nacional por la Paz.

Conapaz.

México.

De: Subcomandante insurgente Marcos.

CCRI-CG del EZLN.

México.

Hermanos: Queremos saludar, con nuestra palabra, la celebración de esta Conferencia Nacional por la Paz en la que se reúnen ciudadanos y organizaciones civiles interesados en contribuir con su esfuerzo en la búsqueda de la paz. De una paz que sólo es posible en la justicia y la dignidad, de una paz que sólo es posible en el tránsito a la democracia.

En el Sureste mexicano hay una guerra. Su fase de combates está en suspenso, pero puede reiniciarse en cualquier momento. Para el supremo gobierno la decisión militar ya está tomada. La última esperanza está en la iniciativa de la sociedad civil. El llamado "Diálogo de San Andrés" está agotado.

El supremo gobierno envió a una delegación gubernamental compuesta por los herederos históricos de los antiguos conquistadores. Como aquellos que vinieron a robar nuestras riquezas, éstos rezuman soberbia, crueldad y sinrazón. Como aquéllos, éstos exigen la rendición que no obtuvieron sus antecesores. Como aquéllos, éstos vienen a complementar el etnocidio que sus ancestros no terminaron. Como aquéllos, éstos se encontraron con un pueblo digno e irreductible. Como aquéllos, éstos se encontraron con un pueblo dispuesto a resistir y a no rendirse.

Viendo que la ofensiva militar producto de la traición de febrero de 1995 fue inútil, el mal gobierno reinició la campaña de desprestigio y mentiras en contra del EZLN. El grupo de criminales que gobiernan recordó que la fuerza del EZLN no esta en sus armas, sino en la palabra. Nuevamente el imperio de la soberbia puso a funcionar a los medios masivos de comunicación a su servicio para combatir al EZLN buscando, primero, restarle autoridad moral a su mensaje; y, fracasado lo anterior, cubriendo de silencio la heroica resistencia de los indígenas chiapanecos.

Pronto el pueblo mexicano se dio cuenta de en dónde estaban los delincuentes y descubrió que se escondían detrás de cargos institucionales. Algunos partidos políticos respondieron con altanería a la exigencia del EZLN de un diálogo nacional, amplio e incluyente. "Los indios ­dicen ellos­ no tienen derecho a opinar sobre la política nacional. México nos pertenece a nosotros, a los grandes políticos. Los destinos de la nación mexicana deben ser decididos por la élite que lo ha sumido en la crisis actual y que ha sido incapaz de darle una salida justa y digna ­repiten­. Deben conformarse con las limosnas que les ofrecemos y con la gracia que les otorgamos al dejarlos con vida".

La paz que queremos no puede ser la que imponen las armas ocultas tras la hipócrita careta de la legalidad. La paz que queremos, que merecemos, es la paz nueva, la paz que construyamos nosotros mismos, la paz que no sea una vergüenza para quien la vive, la paz por la que vale la pena morir: la paz con democracia, con justicia, con libertad. Esperamos que el esfuerzo de la Conapaz entienda cuál es nuestro anhelo y que comprenda que la guerra no viene de nosotros.

Sin embargo, Chiapas es sólo el botón de muestra de la situación de desgobierno que distingue a nuestro país. El Poder ha abandonado todo intento de diálogo y de pactar acuerdos entre divergencias, y se ha conformado con el uso de la violencia para resolver demandas simples. El garrote ha suplantado a la palabra en la forma de gobernar México. Los ciudadanos mexicanos no podemos ver todo esto y permanecer inmóviles. El país es nuestro y debemos defenderlo de aquellos que lo conciben como una mercancía en oferta. Hoy, paz, justicia y democracia sólo son posible juntas.

El esfuerzo que permite la realización de la Conferencia Nacional por la Paz es un esfuerzo ciudadano y no partidario, su interés no es una cuota de poder ni un tiempo en los reflectores. Su apuesta es desinteresada: la paz justa y digna es necesaria y vital, cualquier esfuerzo en construirla es importante y hay que hacerlo.

Esfuerzo de mexicanos, de ciudadanos, la Conferencia Nacional por la Paz nos recuerda que la Patria vive y es nuestra.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante insurgente Marcos.

México, agosto de 1995.