Compañeros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN

Compañeros responsables regionales y locales del EZLN

Compañeros y compañeras bases de apoyo del EZLN

Compañeros combatientes zapatistas

Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Hermanos:

El día de hoy estamos aquí reunidos para recordarle al pueblo de México quiénes somos y qué queremos. Hace 184 años un puñado de indígenas y algunos mestizos se alzaron en armas contra la corona española para exigir la libertad que la soberbia oprimía con la esclavitud, para exigir la democracia que la soberbia ahogaba con la dictadura, para exigir la justicia que la soberbia encadenaba con la explotación.

Hoy, 184 años después que los primeros insurgentes iniciaran la lucha por la democracia, la libertad y la justicia, por la bandera de la independencia, por el derecho de los pueblos a gobernar y gobernarse según su parecer y razón, la bandera que pasó de la imagen de la virgen de Guadalupe a la del águila devorando una serpiente con los tres colores, la bandera de México, la bandera de los obreros, de los campesinos, de los indígenas, de los maestros y de los estudiantes, de los pobres todos de estas tierras, nuestra bandera, es levantada con dignidad por las tropas zapatistas.

Hoy en las calles de la ciudad de México desfilan las tropas de la usurpación. Pretenden engañar al pueblo de México presentándose como un ejército popular, como el Ejército Mexicano. Aquí el único ejército mexicano es el Zapatista de Liberación Nacional. El otro es un grupo armado al servicio de los poderosos, falto de honor militar y de vergüenza por servir a la mentira. Hoy, en San Juan Chamula, el ejército federal entrena y arma a los caciques locales para que se enfrenten con sus hermanos expulsados. Dicen los federales que es labor social armar y entrenar a los caciques expulsadores.

Hoy, la palabra de verdad y justicia que camina en los zapatistas es objeto de dudas y ataques de aquellos que ayer veían con esperanza nuestro grito de rebeldía. Ponen nuestra sangre como precio para creer nuevamente en nuestra lucha por la democracia, la libertad y la justicia. Quieren que camine nuevamente la muerte nuestra para convencerse de nuestra honestidad. Ellos, los siempre solidarios con cualquier lucha que no fuera la de su propio pueblo. Ellos, los que no escatimaron ayuda alguna para las luchas de liberación en cualquier país que no fuera México. Ellos, los que regatean ayuda a los más pequeños de la patria. Ellos, los rápidos para cobrar cualquier apoyo. Ellos pretenden culparnos de la mentira que envenena su corazón. Los que ayer decían que estaban dispuestos a empuñar las armas junto a los zapatistas para oponerse al mal gobierno, hoy llaman a no hacer nada, a la rendición a cambio de la triste ventaja de un puesto en el siguiente gobierno.

Hoy el poderoso nos repite una vieja mentira, dice su rostro doble que es el olvido en el corazón de nuestro pueblo, el pago para la sangre y muerte de los nuestros, que a nuestra rebeldía insurrecta el pueblo responde con el olvido y la desidia. Quiere el poderoso engañarnos con un país que ama la opresión y la humillación.

Hoy, usando como argumento un proceso electoral sucio e ilegítimo, el poderoso se vanagloria de su dominio. Quiere ignorar que la desilusión del cambio pacífico cunde entre los más pobres del país, que la impotencia frente al aparato del sistema de partido de Estado hará que la gran participación ciudadana del proceso electoral pasado se torne en un escepticismo futuro frente al cambio democrático pacífico. Conforme crece el falso orgullo de los poderosos, crece la rebeldía violenta en todo el territorio nacional.

Hoy el usurpador y la mentira que habitan en Palacio Nacional nos amenazan con armas y palabras, nos piden el abandono de nuestra justa causa, la rendición incondicional, la traición a nuestros muertos y a la sangre nuestra.

Hoy, a la palabra verdadera de los insurgentes zapatistas, a su estar dispuestos a buscar un camino de paz con justicia y dignidad, el supremo gobierno ha respondido con amenazas y bravatas. Hoy hay más soldados y más maquinaria de muerte en manos del mal gobierno bajo los cielos mexicanos que justicia, libertad y democracia en los suelos del sureste mexicano. Vuelven los aviones de guerra a pasear su amenaza de muerte sobre los techos de nuestra gentes.

Hoy el supremo gobierno pretende meternos miedo, nos amenaza con decenas de miles de soldados, con sus tanques y sus aviones, con sus bombas, con sus periódicos, televisión y radio. El supremo gobierno olvida que nosotros somos los muertos de siempre, los que tenemos que morir para vivir, los que hemos dejado el miedo guardado en lo más profundo de nuestra historia, los que hemos recogido de la palabra de nuestros viejos más viejos la dignidad perdida.

Hoy debemos mirar a la montaña, a donde viven nuestros muertos, para oír su palabra. Votán-Zapata, guardián y corazón del pueblo, vuelve a entonar su canto de guerra y muerte para los hijos mas pequeños de estas tierras, vuelven a sonar los tambores de la pelea en el corazón y la mente de los hombres y mujeres verdaderos, en la palabra que de noche anda, que en la montaña vive. La sangre de nuestros muertos, los de ayer, los de enero, los de estos 250 días de cerco, los de los próximos días, la sangre de los nuestros, nuestra sangre nos está hablando. Debemos acallar nuestro dolor un momento para poder escuchar la palabra que camina en la muerte de los muertos nuestros.

Hoy nuestros jefes hablan de los muertos nuestros para escuchar su palabra, para saber el camino que deberán andar nuestros pasos de fuego.

Hoy de la boca del mal gobierno sólo ha salido mentira y guerra. Habló doble su voz cuando dijo paz y diálogo, guerra y amenaza decía la verdad que en su mentira se ocultaba. Quieren los poderosos que todo siga igual en las tierras de los hombres y mujeres verdaderos, que sigan reinando la mentira y la muerte. Quieren que sea inútil la muerte de los muertos nuestros, que sea estéril la sangre de los sin rostro, que no tenga camino el dolor de los armados de verdad y fuego.

Hoy piensa el poderoso que hay miedo viviendo en el corazón nuestro, que sus armas y soldados podrán echar atrás la voluntad de libertad que vive en nuestros pasos. Cree el poderoso que nosotros, los muertos de siempre, tenemos miedo de morir peleando.

Hoy el tirano no escucha el canto guerrero que habla la montaña, el honor y la dignidad que viven en la muerte de los guerreros sin rostro y sin mañana, en nosotros los muertos de siempre, los que tenemos que morir para vivir.

Hoy el mal gobierno prepara sus fuerzas para callar nuestro grito rebelde, para llenar de sangre y muerte estas tierras de rebeldía,

Hoy estamos listos.

Hoy eso queremos decir: estamos listos.

Hoy estamos aquí para decirles a los grandes comerciantes y ganaderos, a sus guardias blancas, que estamos listos para darles su merecido. Que sabemos dónde se entrenan, quién los entrena, cuáles son las armas que les dan, quiénes son, en dónde viven, en dónde comen, en dónde duermen.

Hoy queremos decirle al mal gobierno que si la resistencia civil y pacífica que lleva adelante el pueblo chiapaneco en contra de la imposición sigue siendo reprimida y amenazada, si continúan los asesinatos contra dirigentes populares, si se desata la represión, no permaneceremos de espectadores mientras caen los mejores hijos de Chiapas.

Hoy nosotros nos hemos reunido aquí para volver nuestro corazón y nuestro dolor a la montaña, para que nuestro corazón sea buena tierra para la semilla de la palabra de los que en la noche andan, de los que son montaña.

Hoy nosotros, los muertos de siempre venimos a decirles a nuestros muertos que estamos listos, que la larga noche de mentira que se niega a hacerse amanecer necesita más sangre para abonar la semilla que será la luz mañana, nosotros venimos aquí para hablarle a nuestros muertos. No tenemos vida ya, anda la muerte en nuestros pasos desde el amanecer del año, desde la historia. No habrá mañana para los hombres y mujeres sin rostro, los del paso armado, los de la palabra verdadera.

Hoy venimos a decirles a nuestros jefes a los muertos de siempre, que estamos listos, que esperamos la orden, que la cumpliremos.

Hoy nosotros, los soldados zapatistas, los guerreros de las montañas, somos los mismos que peleamos contra la conquista española, los que luchamos con Hidalgo, Morelos y Guerrero por la independencia de estos suelos. Los mismos que resistimos la invasión del imperio de las barras y las turbias estrellas, los que con Zaragoza peleamos contra el invasor francés. Los mismos que con Villa y Zapata recorrimos la República entera para hacer una Revolución que murió entre los libros, aplastada por los monumentos de la nueva clase gobernante. Los mismos que con Arturo Gámiz asaltamos el cuartel Madera. Los mismos que caminamos la montaña y la muerte con Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas. Los mismos que en las cárceles y las torturas resistimos los golpes represivos en los setenta y los ochenta. Los mismos que fertilizamos con nuestra sangre los suelos de San Cristóbal de las Casas, de Rancho Nuevo, de Las Margaritas de Altamirano, de Ocosingo, los mismos que abonamos con nuestro dolor callado estos 250 días de asfixia y olvido. Los mismos que hablamos con palabra verdadera a nuestros hermanos en la miseria de toda la República Mexicana por medio de la Convención Nacional Democrática.

Hoy somos los mismos que venimos a decirles a nuestros jefes que estamos listos, que esperamos órdenes, que el dolor y el olvido que viene de afuera, de nuestros hermanos en otros suelos de la patria nuestra, no nos debilita, que suena en nuestro pecho el tambor de la guerra y quiere nuestra sangre encontrarse de nuevo y para siempre con la sangre de los muertos nuestros.

Hoy nosotros, los insurgentes zapatistas, venimos a decirle a nuestros muertos que esperamos, que estamos listos, que esperamos. Nosotros, los insurgentes de ayer, hoy y siempre, venimos a gritar la palabra de nuestro padre Vicente Guerrero: ¡Vivir por la patria o morir por la libertad!

Hoy venimos a decir que si la patria no nos quiere vivos, en la muerte ganaremos la libertad.

Hoy venimos a decirle al pueblo de México, a recordarle, que los zapatistas no se rinden, que los zapatistas no se venden, que sigue nuestro pensamiento de "para todos todo, nada para nosotros".

Hoy venimos a decir que si la guerra se reinicia ya no se detendrá. Que pasarán días, meses, años, décadas enteras y seguirá la muerte acechando la mesa del hartazgo, el paso del poderoso, la mansión de la soberbia.

Hoy venimos a decir, otra vez, que la paz que queremos es una paz con justicia y dignidad, que no aceptaremos seguir viviendo y muriendo sin libertad, democracia y justicia, que no veremos diciembre de 1993 repetirse en diciembre de 1994.

Hoy venimos a levantar nuestras armas para recordarle a todos que somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Hoy venimos a repetir que somos el EZLN y que luchamos por democracia libertad y justicia para los mexicanos todos.

Salud hermanos y soldados zapatistas. La lucha tiene todavía larga la noche de la muerte, amanecerá con sangre, con la muerte de abono habrá luz para los mexicanos todos.

¡Larga vida a los muertos nuestros!

¡Que hable su voz del Votán-Zapata! ¡Que nos hable el canto guerrero del guardián y corazón del pueblo!

¡Que nuestro corazón escuche!

¡Que hable luego nuestro paso armado!

¡Vivir por la patria o morir por la libertad!

Desde las montañas del Sureste mexicano

Comandancia General del EZLN