Al Ciudadano Licenciado Mario Robledo, Presidente Municipal

Municipio J. Sixto Verduzco, Michoacán, México

Hermano:

Recibimos su carta de fecha de 5 de febrero de 1994. Grande es nuestra alegría al saber que, desde tierras michoacanas, nos llega este saludo. Pero más grande es todavía al saber que hay, en algunas presidencias municipales de este país, gente valiente y digna, gente que camina con verdad y prudencia. Y estas gentes existen y es bueno que sean gobierno, si sus pueblos se los mandan. Porque lo que viene del respeto a la voluntad de los más, buen camino es para todos.

Nosotros, hombres y mujeres pequeños, nos dimos la tarea de ser grandes para así vivir aunque muriendo. Y vimos que para ser grande hay que mirar a todos los sufridos de estas tierras y echar a andar con ellos. Y vimos que no podíamos, y vimos que no nos dejaban ser hermanos en verdad y justicia. Y vimos que es el mal gobierno el que aparta nuestros pasos. Y vimos que es de hombres buenos y verdaderos luchar para que el gobierno cambie. Y vimos que a la buena no cambiaba. Y vimos de agarrar las armas. Y todo esto vimos y así hicimos.

Pero vimos también que no sólo la boca de fuego logra la libertad. Vimos que otras bocas necesitan abrirse y gritar para que el poderoso tiemble. Vimos que son muchas las luchas y muchos los colores y lenguas de los que en ellas caminan. Y vimos que no estábamos solos. Y vimos que no solos moriremos.

¡Salud hermanos michoacanos!

¡Que la lucha no acabe! ¡Que no muera la esperanza!

Respetuosamente

Desde las montañas del Sureste Mexicano

C C R I - C G  del  E Z L N            

 

(8 de Febrero de 1994)